Historia de un viaje

¡Hola a todos!

Este es el primer post que escribo desde un tren en marcha. Bueno, vale, si soy fiel a la realidad, ahora mismo ya no estoy en el tren, pero sí es cierto que los primeros esbozos de esta entrada los perfilé a mano como buenamente pude desde mi asiento del vagón número seis del Alvia que une Madrid con Santiago tras disfrutar de unos días de descanso.

Entre palabra y palabra, el rítmico traqueteo del tren que me acerca al paisaje lluvioso y gris tan característico de mi tierra y que siento tan cercano y conocido.

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Pero no todos los viajes se hacen a través de un medio de transporte y hoy me gustaría recordar y celebrar que ya ha pasado un año desde que esta que os escribe decidió dar vida virtual a «El cuaderno de Sofía», con la única intención de dejar fluir pensamientos, reflexiones, ocurrencias, sentimientos y vivencias. Es decir, compartir y comunicar.

Aquellos maravillosos recuerdos

Recuerdo con mucha ilusión aquellos primeros post y como curioseaba a diario para ver si alguien, conocido por mí o no,  podía tener interés en leer lo que yo había escrito. Aún hoy me lo pregunto…¿quién andará por ahi? Hola, hola, hola…jejejeje.

Y hoy puedo decir orgullosa que el número de lectores no ha parado de crecer, aunque yo sigo ilusionándome igual que el primer día cada vez que veo que la gente sigue visitando el blog desde puntos tan distantes del planeta. España, por supuesto, donde más, pero también México, Estados Unidos, Venezuela, Francia, Argentina, Perú, Colombia, Gran Bretaña…y tantos otros.

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Las primeras páginas de «El cuaderno de Sofía» fueron escritas desde la humildad de no marcarme ningún objetivo concreto y con la intención de escribir, básicamente para mí, pero también para todos aquellos que libremente se acerquen a curiosear alguna entrada.

¡Que siga el espectáculo!

Y mientras, el tren sigue su camino…tracatá, tracatá…como la vida…tracatá, tracatá…Anochece. Llueve. Dejo atrás árboles y casas que se pierden el horizonte de mi ventana mientras el tren avanza por la vía. Al igual que las alegrías pasadas y las dificultades superadas. Ahora toca llegar a la siguiente estación donde está mi hogar y donde mi corazón sigue bailando.

Señores y señoras lectoras…«El cuaderno de Sofía» empieza su segundo año de vida con ánimos y mucha mucha fuerza. Gracias a todos los que estáis al otro lado de la pantallita.

También puedes seguirme en twitter @cuadernodesofia. Anímate a dejarme un comentario o a seguir el blog. Besos.

#blog #tren #comunicacion #mindfulness

 

 

 

¡Demasiada información!

Buenas!!!

Hoy os quiero recibir a todos con un café con cariñito incluído jejeje Es especial para todos los lectores de «El cuaderno de Sofía! ¡Porque nos lo merecemos! ¡Di que sí!.

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Después de escribir el post de la semana pasada, me quedé con ganas de seguir hablando de periodismo y de cómo han cambiado las cosas en los últimos años. ¡Quién se acuerda ya de la máquina de escribir! Parece que han pasado siglos, pero la verdad es que sólo han transcurrido unos pocos años. Hoy incluso he bajado de la estantería unos libros de cuando hacía la carrera…¡qué recuerdos!.

librosperiodismo

Supongo que en todas las profesiones es evidente la evolución tecnológica, pero desde luego en la mía es imparable. Y ha hecho cambiar no sólo la manera de comunicar, sino también el contenido…¿siempre para mejor? Pues voy a contestar a la gallega: depende.

El visionario Mcluhan

Cuando estudiaba la carrera, recuerdo que los profesores que impartían las asignaturas relacionadas con teorías de la comunicación nos machacaban con el concepto de «aldea global» de Marshall McLuhan. Una aldea global en la que hoy vivimos casi sin límites. Lo que yo publico hoy aquí, en este mismo blog, puede ser leído al instante desde cualquier parte del planeta donde haya acceso a internet. Lo grande de Mcluhan es que él lo dijo en la década de los 70. (Este hombre sí que fue capaz de adelantarse a su tiempo  y no los que leen el futuro de madrugada en TV en horario pornográfico).

Para mí sigue siendo mágico el momento de entrar en la configuración del blog y ver los sitios desde los que se han leído las entradas. Aunque el mayor número de visitas está en España, cada vez lee el blog más gente de otros países como Argentina, Venezuela, Uruguay, Paraguay, Colombia, Perú, México, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña o Suiza… ¡Un abrazo a todos!

Lo cierto, es que visto así, la aldea global suena maravillosamente bien pero…si profundizamos un poquito…empiezan a aparecer los contras.

No todo lo que reluce es oro

¿Alguna vez te has parado a pensar que, aunque el agua es fuente de vida, una inundación sólo arrastra fango y provoca destrucción y caos? Pues con la información – salvando las distancias – ocurre un poco lo mismo. El exceso de datos suele acabar en la desinformación cuando no en la pura intoxicación.

¿Quién separa el grano de la paja? Hoy más que nunca se necesitan filtros que diferencien lo bueno de lo mediocre, lo contrastado de lo falso y el rumor de la certeza. Hoy parece que todas las respuestas están en internet, pero no todas tienen el mismo grado de fiabilidad. ¡Y que tire la primera piedra el que no haya ido directamente a un conocido buscador a ver por qué le dolía la cabeza en lugar de ir al médico!

Por la misma razón que no todos tienen conocimientos sanitarios, es recomendable que acudas a páginas elaboradas por profesionales de la información, por expertos en el tema que tratan o por aquellos que te ofrezcan credibilidad.

libroderecho

¿Y la privacidad?

Pero podríamos seguir destacando puntos flacos, ya que si en algún momento se publica algo sobre ti, tanto bueno como malo, será muy difícil borrar tu rastro que acabará saliendo una y otra vez cada vez que alguien teclee tu nombre en un buscador. Y no hablamos ya de fotos manipuladas que se dan como auténticas, bulos que se extienden como una plaga o personas que se inventan vidas que nunca tuvieron.

Pero no todo es malo y resulta evidente que tanto internet como las redes sociales han revolucionado la manera de hacer y vivir el periodismo. Hoy ya no hay que esperar al periódico del día siguiente en papel para analizar las noticias que se actualizan al instante en los medios digitales que ofrecen texto, sonido e imagen. Las televisiones y radios pueden conectar en directo casi desde cualquier parte y eres tú el que eliges cuándo y dónde escuchar si no puedes disfrutarlos en su momento de emisión.

Hemos ganado sin duda, en inmediatez y en cantidad de la oferta, pero no siempre en calidad Y al final, la famosa aldea global, es el mundo a golpe de un clic.

Aunque para aldea famosa, sea global o no, aquella gala en la que vivían Asterix y Obelix. Sólo me queda decir…¡Están locos estos romanos!. 

Muchas gracias por leerme y no dudes en comentar o compartir este post. ¡Besitos!

#aldeaglobal

Informando sobre lo inexplicable: el caso Asunta

A puntito está de comenzar en Santiago de Compostela el juicio por el asesinato de la pequeña Asunta Basterra, una niña de 12 años que aparecía muerta en una pista forestal de un ayuntamiento próximo a la capital gallega. Lo más esperpéntico de este asesinato es que los principales sospechosos del crimen son los propios padres adoptivos de la niña.

Recuerdo perfectamente aquel 22 de septiembre de 2013. Era domingo y estaba de guardia como tantos otros fines de semana del año. A media mañana, saltó un brevísimo teletipo, de apenas dos líneas y escrito en rojo, que ponía algo así como «aparece el cadáver de una niña en una pista forestal de Teo».

Inmediatamente tuve que dejar a un lado la información en la que estaba trabajando y ponerme rápidamente con esta, ya que estábamos ante una de esas noticias que hace añicos la escaleta prevista del informativo  y se convierte de inmediato en tema de apertura. Siempre me ha encantado la expresión en inglés, «breaking news».

Dado que yo cubro habitualmente otro tipo de información, poca más relación tuve con el caso Asunta aunque, obviamente, seguí su evolución como cualquier otro ciudadano perpleja ante la posterior detención de sus padres y los datos que se iban conociendo.

Os pongo ahora una foto que saqué yo misma hace unos días en el lugar donde apareció el cadáver de la niña y que hoy continúa siendo un punto en el que la gente deja sus muestras de cariño hacia Asunta.

asunta

Ahora que el juicio está a punto de comenzar, el tema vuelve a estar de actualidad y os quería comentar una conversación que el otro día escuché en una cafetería entre dos personas (imposible no escucharla por el volumen al que se expresaban).

Una de ellas le decía a la otra, que estaba escandalizada por un programa especial (sobre el caso Asunta) que había visto – no voy a decir el canal – y que le parecía indignante. Entonces, empezaron los comentarios peyorativos (por ser suave) hacia los trabajadores de esa cadena llegando a afirmar que era vergonzosa su actitud.

Al margen de que yo pueda estar más o menos de acuerdo con el fondo de todo esto, lo que más me chocó es que, por la cantidad de detalles que aportaba esta mujer, se había tragado el programita dichoso de cabo a rabo.

Y mi pregunta es: ¿la gente por qué ve programas que no le gustan o le parecen indignantes, incluso vergonzosos?. Los espacios televisivos no son impuestos que deban abonarse obligatoriamente por imperativo legal. Si no te gustan…¡no los veas!.

Me preocupé de mirar las audiencias ese día y…el programa en cuestión se encontraba entre lo más visto del día en España. ¿Toda su audiencia pensaría igual que esta señora? ¿Recorre un extraño virus el país por el que la gente dice ver unas cosas en la televisión, aunque después las audiencias vayan en otra dirección?¿Se miente? ¿Se aparenta? ¡No entiendo nada!

ordenador

El debate sobre la ética en periodismo me parece fundamental. Sólo que yo discrepo de esta mujer y opino que no estamos ante un problema de «programación basura» que emiten unos medios de comunicación que son muy malos, muy malos, muy malos. En todo caso estaríamos ante una «sociedad basura» ya que nos implica a todos y cada uno de nosotros. Más allá de ética en periodismo, debería hablarse de ética de cada persona seas periodista, médico o tendero.

Los programas existen si están respaldados por el público. En caso contrario, caen de la parrilla rápidamente. Al final, es un toma y daca, una simple cuestión de oferta y demanda. Otra cosa ya es si se sobrepasa algún límite legal que puede afectar a una menor, como es el caso de Asunta, o determinados estilos que pueden llegar a ser de muy mal gusto.

Yo no me veo capacitada para decirle a otra persona qué ver o qué leer, pero sí pediría un poco de coherencia y no criticar lo que tú mismo estás alimentando.

Dicho esto, me gustaría terminar este post con un deseo: vivir en una sociedad donde se puedan ofrecer las noticias de sucesos sin alimentar morbos innecesarios o especulaciones gratuitas. Y no olvidar que, en este caso en particular, hay una niña muerta que merece nuestro máximo respeto y atención.

Una sociedad que presume de democrática y que se llama a sí misma primer mundo, no puede consentir hechos tan espeluznantes como este crimen. Pero lo más grave y doloroso es el hecho en sí mismo, no la noticia ni cómo se cuenta.

¡Por Asunta!.

Este tema da para mucho debate, lo sé, pero también para mucha demagogia…

(las últimas informaciones apuntan a que el juicio podría retrasarse unas semanas).

#casoasunta

#etica

Las maletas sin dueño

Hay noticias que son tan impactantes cuando se producen que inmediatamente provocan un sobresalto en la vida de cualquiera aunque no te afecten personalmente. Es el caso de la reciente tragedia aérea de los Alpes que, por la extrema crueldad del protagonista y por la cercanía de los hechos nos ha puesto delante de las narices una realidad incontestable: las víctimas podíamos haber sido cualquiera de nosotros.

Inmediatamente me vino a la cabeza otra tragedia, la de Angrois, que sacudió la vida compostelana aquel fatídico 24 de julio del 2013 transformando los fuegos del Apóstol de una ciudad en fiestas por las luces de las docenas de ambulancias, bomberos y coches de policía que se desplazaban a toda velocidad de un lugar a otro convirtiéndose en estrellas intermitentes de la desgracia.

Aunque mi intención inicial aquella noche era ver los fuegos de artificio desde la plaza del Obradoiro, inmediatamente tuve que desplazarme a la ya tristemente famosa curva de A Grandeira para cubrir informativamente la tragedia y donde permanecí toda la noche en aquel macabro recuento de víctimas que no paraba de crecer a medida que pasaban las horas. Mucha gente me preguntó posteriormente por los recuerdos que guardo de aquella jornada que, obviamente, son muchos. Uno de ellos, los centenares de personas y vecinos que seguían los trabajos de rescate en los vagones en un respetuoso silencio sólo interrumpido por los ruídos de las enormes grúas desplazadas a la zona. De hecho, recuerdo, que a un compañero de prensa escrita le pidieron una frase de algún testigo que pudiese servir de titular para actualizar la página web de su periódico y coincidía conmigo en que era precisamente el silencio atónito de la gente, la mejor imagen de una ciudadanía que no daba crédito a lo que acababa de ocurrir.

Al margen de las escenas trágicas que todos tenemos en la cabeza de este desgraciado suceso, hoy me gustaría detenerme en una imagen que se me quedó grabada en la cabeza aquella noche: la de varias maletas que permanecieron tiradas durante horas en las vías del tren. Miré muchas veces para aquellas maletas, imaginándome que en su interior iría parte de la vida de muchas personas, desde su ropa y pertenencias más íntimas, hasta recuerdos de unas vacaciones o regalos para algún ser querido. Pensaba en si sus dueños estarían vivos o no y en si alguien podría abrir alguna vez más aquellas maletas convertidas en testigos mudos de la catástrofe.

A pesar del incesante trabajo de aquella noche, tuve también tiempo para reflexionar y para hacerme muchas preguntas como saber quién decide que tu vida puede acabar de repente. ¿El destino? ¿La mala suerte? Son factores incontrolables, en cualquier caso, y eso da mucho miedo. En la película «Match Point», Woody Allen plantea de entrada esta reflexión: «Aquel que dijo, más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control. En un partido, hay momentos en que la pelota golpea en el borde de la red y durante una fracción de segundo puede caer hacia delante o hacia atrás. Con un poco de suerte sigue hacia adelante y ganas, o no lo hace, y pierdes».

Cada día es un nuevo regalo, disfrutémoslo a tope. El pasado…ya es historia, y el futuro…aún no ha sido.

#accidente

#angrois

Lo que el viento no se llevó

Aunque me declaro seguidora acérrima de la obra maestra de Margaret Mitchell (reconozco que llegué a saberme de memoria los diálogos de la película), hoy no elegí este título ni para hablar de «Lo que el viento se llevó» ni de Escarlata O´Hara, aunque sí considero que la asombrosa y compleja personalidad de esta mujer daría para una entrada propia. Es más, prometo ahora mismo hacer próximamente una entrada dedicada a la caprichosa, maquiavélica, teatrera, valiente e ingeniosa Scarlett.

Hoy voy a hablar de algo que no se lleva el viento, a pesar de que el dicho popular diga lo contrario. Me refiero a…¡las palabras!. No voy a ser yo la que niegue la realidad que reflejan los refranes, normalmente verdades como catedrales, pero sí hay una expresión con la que no estoy demasiado de acuerdo: «las palabras se las lleva el viento». ¿Seguro que es así? Yo creo que no.

Si echamos la vista atrás, que alguien te diese su palabra era un auténtico «contrato verbal». Si alguien prometía algo «por su honor» era prácticamente imposible que fallase. Hoy esto ha cambiado de modo radical y como tengas que demostrar algo, más vale que tengas un documento escrito y firmado que avale y verifique tu posición. En cualquier caso, no son estas palabras tampoco de las que quiero hablar en este momento.

Hoy quiero centrarme más en el día a día y en los comentarios que se hacen «inocentemente» para descalificar a otro. Comentarios que, en numerosas ocasiones, se hacen a espaldas de ese otro. Las palabras las puede cargar el diablo y convertirse en una poderosa munición de ataque cuando la intención que las acompaña es negativa. La intención es la clave, obviamente, porque las palabras en sí no son ni buenas ni malas. Es el uso que se hace de ellas lo que puede cargarlas de veneno. Antes de criticar a alguien, sería conveniente caminar unos kilómetros con sus zapatos, a ver que tal se anda.

Cuando un comentario hiere, no se lo lleva el viento y el dolor causado es irreparable aunque la persona ofendida lo pueda olvidar. Pero ¡ojo! porque lo que digo de las palabras también vale para el silencio y, muchas veces, hay silencios «castigadores» que sólo buscan mostrar desprecio o ignorar a otro de manera un tanto torticera con el fin último de manipular su comportamiento y provocar su malestar. Es decir, con la violencia verbal ocurre lo mismo que con los pecados, se pueden cometer por acción o por omisión.

Y aunque dije que no iba a hablar de «Lo que el viento se llevó», sí quiero acabar esta entrada citando al arrebatador Rhett Butler. Cuando te encuentres ante este tipo de actitudes, lo mejor que puedes hacer es mirar de frente, cabeza alta y decir «francamente querida, me importa un bledo» (aunque en el doblaje español lo que se escucha es «francamente querida, eso no me importa»). Aunque yo, la verdad, soy más de la esperanzadora frase final que Escarlata pronuncia tirada en la escalera: «Realmente, mañana será otro día».

#palabrashirientes

¿Quieres leer mi cuaderno?

Cuando era pequeña y me metía en cama, me gustaba escuchar la radio antes de quedarme dormida. La ponía muy bajita y escuchaba atentamente en la oscuridad imaginándome que aspecto tendrían los locutores y transformando en imágenes mentales aquellas mágicas historias que conseguían trasladarte a otro lugar sin salir de tu propia habitación.

Aquellos relatos me motivaron, me ilusionaron, me inspiraron…me hicieron soñar, y despertaron en mi el deseo de querer formar parte de ese mundo que salía por aquel pequeño receptor. Luego fui descubriendo el poder evocador de la música, de cómo un determinado acorde puede tocarte la fibra sensible y ponerte los pelos de punta…que una voz aguda estremece y la grave aporta credibilidad informativa…que el silencio provoca reflexión o crea suspense y que la persuasión siempre es mucho más efectiva que el ordeno y mando.

¡Que bonito es poder contar historias! Ir descubriendo que el drama de uno es el drama de todos y que cuando ayudas a alguien a ser un poco más feliz, acaba ganando el bienestar general.

¡Y aquí está la magia! Aunque una historia permite simplemente transmitir una información, también puede provocar que el lector-oyente-espectador se emocione, se evada de la realidad y, en definitiva, sueñe. Y de los sueños está hecho el mundo, y la lucha por hacerlos realidad es el motor que lo mueve. Todo lo que hoy llamamos progreso o genialidad fue en su origen el sueño de alguien que no se vino abajo, que perseveró y que lo consiguió. No se puede definir un sueño…porque cada uno de nosotros tiene el suyo propio. ¿Cuál es el tuyo?

#radio